Hace tantos años que trabaje en Amealco (1987-1992), pero no en la cabecera municipal, sino en un rancho a 40 minutos de este, San Miguel Tlaxcaltepec es su nombre, hay una escuela rural de 12 grupos, director y conserje, la mayoria de los niños eran otomíes en aquella época trabaje con el método global de análisis estructural, obteniendo en ese tiempo mágnificos resultados (29 de 31 aprendieron a leer), pero a que viene este pequeño recuento de mi paso por ese lugar, es ahí donde conviví con muchos compañeros fueron 5 años en los que compartimos muchos momentos, fiestas de rancho, comidas, partidos de futbol, excursiones y concursos; regrese hace poco (mayo 2012) y di una vuelta por el municipio a la espera de encontrarlos, mi sorpresa fue mayúscula al encontrar a Angélica, Esther, Dagoberto, Epifanio y a Jesús, un breve resumen de nuestras vidas, de la pérdida de un ser querido o de la muerte de compañeros nos dimos cuenta que han pasado 20 años desde que salí de ahí, al verlos y recordar lugares me lleno de alegría, de tristeza, esa conjuncion de emociones que se arremolinan y estallan, me doy cuenta que cada uno va cambiado y las conversaciones se centraron en el ayer, de lo vivido, de lo compartido, pero del hoy no hay coincidencia, solo una sonrisa por lo que cada uno dice que ha logrado, nos remontamos otra vez al ayer y recordando esas caminatas, esos bailes, ese momento temporal que no regresará, el sábado 7 de julio compartí los XV años de la hija de Jesús, conocido en su pueblo como DON GAYOSSO, disfrutando de la fiesta sin cruzar un comentario, sin poder compartir una breve conversación, porque tenía que atender a todos los invitados, será después cuando sea posible o no será ya nunca más, no lo sé...
lunes, 9 de julio de 2012
martes, 3 de julio de 2012
Cada 15 de mayo Nico celebra el día de San Isidro y conjuntamente el del maestro, organiza una magna fiesta con música, alcohol y mucha mucha comida, para llegar a su pueblo es necesario un viaje de hora y media que se incia por lo regular en Cuautitlán Izcalli hasta llegar a Hidalgo, a un lugar que por el momento no recuerdo y eso que he ido en tres ocasiones, en caravana vamos dispuestos a disfrutar del calor y compañia de la familia López, esperandonos ya con una botella de tequila añejo, algunas cervezas frias y jarras de agua que nos permiten mitigar la sed, pasamos a la mesa donde empieza el desfile de platos de comida, primero los tlacoyos de frijoles, habas, quesadillas de flor y gorditas de requeson, enseguida el plato de consome acompañado por la barbacoa, suculentas costillas, la paleta con trozos de carne y grasa, a un lado la pancita para aquellos que les guste; no conforme con eso entra a la mesa otro plano repleto de carnitas de PUERCO, carne... carne.. más carne, me lleva a pensar en la gota y el ácido úrico y sus consecuencias, pero la desecho porque no he comido carne en 1 mes, a continuación el mole verde y rojo acompañado de una pieza de pollo, tortillas, tortillas para degustar todos estos manjares, este es el último plato que nos hace sentir satisfechos y a veces hemos llegado a la GULA.
Leonora
Leer a Leonora me ha impactado, me ha podido atrapar y llevarme a los circulos del surrealismo, a la locura personal de cada uno de los artistas, de la vida y pasión de la conjunción de imaginación que cada uno puede prodigar a si mismo y que transmitieron al exterior y dejaron a través de sus pinturas y esculturas; Elena Poniatowska asienta las emociones y sentimientos de Leonora Carrington, desmembra los atavismos y borra el estereotipo de la mujer inglesa que debe bordar, tejer y hacer de comer y lo que en la sociedad debería ser, se dibuja como un ser mistico capaz de enfrentarse al mundo por ser ella, el desencuentro y alejamiento de su padre por ser ella, a pesar de ser enviada a las mejores escuelas con la intención de que asumierá su rol femenino de la sociedad inglesa fue más importante su busqueda por mirarse y ser libre; múltiples personajes se encontró en su camino que le permitierón saber la importancia de quien era y los legados que dejo a través de las letras y la pintura, algunos de ellos fueron Max Ernst (el amor de su vida), Bacon, Remedios Varo (la mujer que le permitio desaburrirse de su soledad y gran amiga) Robert Leduc (quien la trajo de Nueva York) periodista y diplomático, Imre Emerico Weisz (el 105) con quien compartio parte de su vida, padre de sus hijos, personaje importante en la vida de Leonora, con una infancia solitaria y de enfrentamiento al tener que ser abandonado por su madre en un orfanato; un libro interesante y capaz de mover las vibras de este ser humano que ha conocido a otro ser humano que ha sido capaz de ser diferente, que ha sido la veleta que le permitio cambiar el rumbo y poder verse así mismo como un ser transformado. Gracias Leonora, Elena por vertir las emociones de cada ser humano.
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